Libros dedicados supone una galería literaria, un homenaje sentimental

Libros dedicados. Crónicas apresuradas sobre escritores y literatura (Anexo Editorial), es el último libro del escritor y crítico literario Diego Prado, ilustrado por Fernando Ferro

Escribir sobre escritores forma parte de ese proceso lecto/creativo a que todos los amantes de la literatura se someten a lo largo de vida como lectores, y en ocasiones estas colaboraciones en prensa o revistas especializadas se convierten en un libro que bien podía subtitularse, Crónicas apresuradas sobre escritores y literatura y, además, llevar el no menos curioso título, Libros dedicados; pero una vez que abrimos el volumen quizá deberíamos preguntarnos, ¿para qué escribe un escritor sobre lo que lee?, para prolongar, tal vez, todas las sensaciones percibidas a lo largo del proceso de su lectura, algo que resulta tan íntimo como personal, o incluso en un sano intento de ofrecer y, de alguna manera, dejar constancia de ese hecho por escrito; o, en definitiva, ofrecer algo más de luz a esa voluntad lectora, y que, como él, otros lectores participen de su propia experiencia.

Si fuera así, no cabría cuestionarnos, ¿cómo lee un escritor?, y siendo aún más precisos, ¿en qué aspectos se fija?, pero si concretáramos más nuestras dudas, ¿a qué abismos del proceso de la escritura se asoma?, y en definitiva, ¿de qué manera las ficciones atrapan y modifican su mirada? Estas preguntas, y tal vez muchas otras, que comparecen ante un ensayo literario, articulado en torno a constelaciones en las que narradores clásicos y posmodernos, consagrados y malditos, creadores y libros dialogan entre sí, y de alguna manera se complementan, y que para Diego Prado (Mahón, Menorca, 1970) compone su crónica sobre una visión particular de la literatura, textos que reúne en su libro más reciente.

Prado se muestra un lector apasionado y un escritor agradecido a sus maestros, escribe unas semblanzas muy personales de diecinueve autores de destino dispar, algunos que viven un reconocimiento inalterable y otros que bordean el olvido.

Toda una serie de retratos de escritores y sus fantasmas, teorías y controversias, mitos y curiosidades desfilan por estas páginas que constituyen un festín literario para exquisitos, un libro de libros, que recoge un lustro de memoria lectora, y configura un mapa particular para orientarnos, o tal vez para perdernos, en la visión de unos clásicos que el narrador Prado ha ido descubriendo con su voracidad lectora y con el paso de los años.

Publicadas, en su mayoría, en el suplemento Culturalia del Diario Menorca, según Diego Prado, todas estas crónicas nacieron de la misma voluntad: ofrecer de un modo íntimo y personal, alejado de pretensiones académicas, un modesto tributo a autores y títulos concretos que, según el propio autor, le habían deparado el placer impagable de la gran literatura o la diversión gozosa que la imaginación regala. La nómina recoge autores propios y ajenos, universales y olvidados, descubrimientos y constataciones de una singularidad sorprendente, como esa incesante búsqueda en alguna librería menorquina de esa rareza de libro que durante años fue On the road; la no menos curiosa visita frustrada para conocer a Bolaño en Blanes; sin olvidar los clásicos Poe, Stevenson o Kafka, este último descubierto de la mano del magnífico álbum de Klaus Wagenbach, Imágenes de su vida; un viaje interior al mundo de José Donoso y la recreación de Comala donde Juan Rulfo, según Prado, quedó atrapado y no supo nunca salir; el agradable recuerdo y semblanza de Francisco García Pavón cuyas Historias de Plinio se siguen sucediendo por las calles de un Tomelloso seco y caluroso de la meseta castellana; y se enumeran los homenajes a Rabinad, Graves, Woolf, Sabato, Delibes, el poeta Hernández y Cunqueiro entre otros carpetovetónicos, un homenaje a autores que marcaron al joven Prado como lector y escritor, una recopilación que da como resultado una obra editada por Anexo e ilustrada por Fernando Ferro, porque un libro como Libros dedicados, es hablar de lecturas y autores que fueron importantes para uno en sus comienzos y, en el fondo, se traduce en hablar de uno mismo, y en definitiva, el lector curioso no solo encontrará en estas páginas una posible guía de lecturas, sino una auténtica biografía del hoy narrador Diego Prado.

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