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¡Zas! Madrid | July 6, 2024

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Indígenas no contactados: un genocidio en el olvido - ¡Zas! Madrid

Indígenas no contactados: un genocidio en el olvido
Pedro Pozas Terrados

El pasado 6 de junio, en el Museo de América de Madrid, la Organización Internacional Survival, el movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas, lanzó un llamamiento al mundo en su conferencia Pueblos indígenas no contactados: aislados para sobrevivir, en la que denunciaron que más de ciento cincuenta grupos de indígenas (que no quieren saber nada de nuestra civilización o que huyen de nuestra presencia en un acto de resistencia y supervivencia), se encuentran en grave peligro de extinción, no sólo por el aumento de las desforestaciones o la extracción de los recursos naturales, sino también por enfermedades como la gripe o el sarampión.

Sin embargo, los gobiernos se resisten en demarcar sus tierras y en proteger a estas poblaciones, aumentando de esta forma la violación de sus territorios. La minería —y dentro de la misma la «economía verde» que extrae los minerales como el níquel o el cobalto necesarios para la fabricación de baterías eléctricas para los vehículos—, la búsqueda de oro por los llamados garimpeiros, la extensión de la agricultura y ganadería invasiva, la explotación de pozos petrolíferos en medio de la selva, la nefasta administración por parte de políticos locales que alientan el robo de las tierras indígenas ante la pasividad o la nulidad de los gobiernos centrales: todo ello conduce a que el genocidio de los pueblos no contactados siga en aumento, ante el olvido y el silencio de la comunidad internacional.

Fiona Watson, Sarah Shenker y Sara Madiavilla, miembros de Survival International, mostraron ante los asistentes casos estremecedores de personas que han sido asesinadas por defender a los no contactados, indígenas que resisten en sus propias tierras donde llevan miles de años asentados. Personas que lloran ante el acoso y el exterminio de los blancos, ante el fundamentalismo de los misioneros evangelistas que llevan la cruz y la imposición, junto con múltiples enfermedades.

Fiona Watson, que ha estado en contacto con los yanomamis y otros pueblos de la Rondonia (Brasil), lo dijo alto y claro: «Estamos hablando de un genocidio, no un recuerdo del pasado o una amenaza del futuro, sino un genocidio actual, de ahora mismo. Es sumamente importante que las tierras de estos indígenas sean demarcadas; un paso fundamental es que existan leyes para proteger sus territorios y, en consecuencia, sus vidas».

Tanto Sarah Shenker como Sara Mediavilla afirmaron que estos grupos aislados no son atrasados, ni reliquias primitivas. Son nuestros contemporáneos y representan una parte esencial de la diversidad humana y que, por esa razón, sus derechos deben respetarse para que continúen prosperando en el camino que han decidido seguir.

Desde la mesa se informó que la semana del 17 al 21 de junio, Survival va a lanzar campañas contra este genocidio, y pidieron que se les dé todo el apoyo necesario para que no se queden en simples llamamientos, sino en acciones masivas que puedan hacer cambiar el rumbo de las vidas de todos los pueblos originarios.

También se presentó el libro La caída del cielo, escrito por Davi Kopenawa, chamán y portavoz de los yanomamis de la Amazonia brasileña. En él podemos encontrar mensajes como este: «somos habitantes de la selva. Nuestros ancestros habitaban las fuentes de sus ríos antes de que nacieran mis padres y mucho antes que los propios ancestros de los blancos hubieran nacido. En otro tiempo, éramos verdaderamente numerosos y nuestras casas eran enormes. Pero muchos de los nuestros murieron tras la llegada de los extranjeros con sus humos de epidemia y sus rifles. Demasiado a menudo hemos estado tristes y hemos conocido la ira del duelo». «El dinero no nos protege, no nos llena la barriga, no crea nuestra alegría. Para los blancos es distinto. No saben soñar con los espíritus como nosotros. Prefieren ignorar que el trabajo de los chamanes es proteger la tierra, tanto para nosotros como para nuestros hijos y para los suyos». «Los blancos sólo saben maltratar la selva y saquearla. Lo destruyen todo, la tierra, los árboles, las colinas y los ríos, hasta dejar el suelo desnudo y quemado y morirse ellos mismos de hambre. Nosotros jamás nos morimos de hambre en la selva. Sólo nos morimos por culpa de sus humos de epidemia».

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