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¡Zas! Madrid | April 27, 2024

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'Domingo. Relatos, crónicas y recuerdos', de Natalia Ginzburg, en la editorial Acantilado - ¡Zas! Madrid

‘Domingo. Relatos, crónicas y recuerdos’, de Natalia Ginzburg, en la editorial Acantilado
Emilia Lanzas

El estilo conciso, sosegado y penetrante de la escritora italiana Natalia Ginzburg

Domingo. Relatos, crónicas y recuerdos, con traducción de Andrés Barba, es un libro misceláneo compuesto por siete cuentos y algunos artículos periodísticos y episodios autobiográficos

De los siete cuentos que componen Domingo, cinco están protagonizados por niños: «Septiembre», «Regreso», «El mariscal» (en el único que se introduce un elemento fantástico e, incluso, fantasmagórico), «Días de aventuras» y «Viajes en carro». En todos ellos, pervive una melancolía cálida y vaporosa, el desconocimiento lúcido de la infancia y la soledad, sobre todo, la soledad, «me duró mucho tiempo la infancia», escribe Natalia Ginzburg. En «El paso de los alemanes por Erra» la autora vierte una experiencia propia para impregnar el relato de miedo, un miedo atroz a la absurda maldad infringida contra la población, tanto por el fascismo italiano como por el nazismo alemán. Natalia Ginzburg era judía, su familia y amigos eran judíos, y todos ellos sobrevivían bajo el terror y la impaciencia. El último relato que da título al libro, «Domingo», es muy diferente a los anteriores, en él, la autora narra una relación amorosa ya acabada entre un entramado de personajes singulares.

El poema, «Recuerdo», abre paso a la segunda parte del libro, las crónicas y los recuerdos. «Recuerdo» está dedicado a la memoria de su marido, Leone Ginzburg, que murió en la cárcel de Roma en 1944, a causa de las torturas de la Gestapo.

Natalia Ginzburg (Palermo, 1916 − Roma, 1991), autora de Domingo. Relatos, crónicas y recuerdos.

Sin embargo, esta segunda parte, en la que Natalia Ginzburg, en primera persona, vierte una mirada testimonial propia, no es tan diferente de los relatos: la ficción parte de la realidad y la realidad siempre es recreada. En estas crónicas y recuerdos está el pueblo de los Abruzos (Mussolini desterró a la pareja que tuvo que instalarse en Pizzoli durante tres años); en sus artículos aboga por las mujeres y denuncia las malas condiciones de las fábricas y la pobreza extrema de los campesinos. Sobre la palabra literaria, se alza la reivindicación feminista, social y política de la mujer comunista que fue Natalia Ginzburg. También están textos desgarradores como «Verano» (en el que narra su intento de suicidio), «Los cuervos vuelas sobre Matera» o «El miedo», pero también el humor irónico de «La casa» y la poesía de «Infancia».

Junto a la escritura, la vida política atrae cada vez más a Natalia Ginzburg, que acabará siendo elegida en 1983 diputada al Parlamento por el Partido Comunista Italiano. Pero nunca descuidará su más fuerte compromiso que era con ella misma, con su vocación y con la pasión de la escritura: «Mi oficio es escribir historias, cosas inventadas o cosas que recuerdo de mi vida, pero, en cualquier caso, historias, cosas en las que no tiene nada que ver la cultura, sino solo la memoria y la fantasía. Este es mi oficio y lo haré hasta mi muerte».



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