En Sentir Madrid como si existiera un todo: Geografía poética y etnografía reencantada de una ciudad, Emilio Santiago Muiño (antropólogo social, militante anticapitalista y miembro del Grupo Surrealista de Madrid) experimenta las manifestaciones de lo maravilloso que es posible encontrar en una ciudad, en principio tan previsible, como Madrid

Árboles de la calle del Pez. El enamorado ha desarrollado brazos para tocar a su amado. (Fotografía recogida en el libro «Sentir Madrid como si existiera un todo»).

Salir a la calle dispuesto a descubrir su geografía poética es el primer paso para encontrarla, «el mar se vislumbra en Atocha donde el cielo desemboca por fin en horizonte». Cercana pero diferente a la deriva situacionista —movilizarse con todo el aspecto subjetivo de la vivencia de la ciudad y desintelectualizar esta práctica—, la errancia surrealista, los paseos ociosos por las grandes ciudades surgen como un fenómeno social nuevo que conlleva, en su esencia, la fuerza de la revuelta y de la transformación, como uno más de los miles de frentes que la guerra social tiene abiertos: «La geografía poética se pretende un acto subjetivo de deserción. Un pequeño sabotaje a la maquinaria de dominación que ha generado el capitalismo moderno, que a través de la progresiva colonización mercantil impone la subordinación al ciclo del valor, con el empobrecimiento consecuente, en cada vez más aspectos de la vida social: nuestros sentidos, nuestra vida psíquica, nuestra realidad emocional, nuestros deseos, sueños, imaginación, nuestro hábitat, nuestros viajes, nuestra cotidianidad entera».

Escaparate en el casco viejo de Madrid. (Fotografía recogida en el libro «Sentir Madrid como si existiera un todo).

Emilio Santiago Muiño entiende lo maravilloso «como la pérdida en la inmensidad de la realidad». Y la geografía poética «como una ciencia que explora y cartografía la relación de la poesía con el espacio cotidiano en el que uno se desenvuelve». Teniendo muy en cuenta que lo poético no tiene aquí nada que ver con el hecho literario ni tampoco con el conocimiento, la poesía se convierte en un acto de vida, de abrirse al mundo, de redescubrimiento de esa otra realidad oculta: «la poesía como acción intensificadora del placer de vivir, que a través de la realización del deseo, es capaz de producir en las personas una descarga de significado reveladora». Los mensajes del arte urbano, las pintadas y los graffitis; la magia en la disincronía arquitectónica; las tormentas afrodisiacas en la Gran Vía; el muelle de la Plaza de Olavide; la ciudad libre dentro de la ciudad sometida que se creó en la Puerta del Sol, en mayo del 2011… Recuperar, en fin, las cualidades y la autonomía de los lugares que el capitalismo ha expropiado.

Pintada recogida en el libro «Sentir Madrid como si existiera un todo».

La geografía poética surge también para adaptarse a los nuevos tiempos. Emilio Santiago Muiño es miembro del Instituto de Transición Rompe el Círculo, un proyecto colectivo, autogestionario y asambleario que nace para desarrollar alternativas liberadoras ante la escasez energética irreversible que será el siglo XXI. Hay que adaptarse, mutar, buscar nuevas formas de subsistencia en el proceso de ruralización que sucederá en todos los lugares, y también en Madrid. Descubrir en la ciudad rastros de naturaleza es igualmente una búsqueda de la geografía poética. Como las que encuentra el autor en la zona de Huertas, pronosticando una época futura «en la que Madrid estará rodeado de grandes bosques».