Elena Fortún vería en Carmen Laforet a un genio, una versión muy mejorada de ella misma y Carmen en Elena una reconfortante figura maternal a la que querer y con la que vincularse para seguir en el mundo de la escritura. De corazón y alma son la cartas de Fortún a Laforet

Carmen Laforet tenía siete años cuando empezó a sentir cariño por Elena Fortún, influida sobre todo por su personaje Celia, y las historias de esa chiquilla singular que se publicaban en Gente Menuda, el suplemento infantil de Blanco y Negro. La admiración de la autora de Nada por su colega madrileña queda patente en muchas de las cartas que intercambió con ella, y esa actitud o cariño fueron recíprocos, según podemos leer en el epistolario que la Fundación Banco Santander acaba de publicar en su colección “Cuadernos de Obra Fundamental” que titula, De corazón y alma (1947-1952), Carmen Laforet & Elena Fortún.

Elena Fortún (Madrid, 1886- 1952). Escritora dedicada a la literatura infantil y juvenil. Creadora del personaje de Celia.

Encarnación Aragoneses, como en realidad se llamaba Elena Fortún (Madrid, 1886-1952), fue una mujer republicana, culta, madre de cuatro hijos, que vivía su exilio en Buenos Aires y trabajaba en la Biblioteca de la capital, empleo que le había proporcionado Jorge Luis Borges, y donde pasó los mejores años de su vida después del horror de la guerra y las dificultades personales. Había empezado a publicar las aventuras de la inteligente y libre Celia a finales de los años 20 y pronto conectaría con infinidad de lectoras, que se identificaban con Celia y sus ocurrencias en aquellos tiempos cada vez más difíciles. Una de esas apasionadas lectoras fue la niña Carmen Laforet, aunque también leyeron sus aventuras Carmen Martín Gaite, Josefina Aldecoa, Carmen Conde, Elena Quiroga, Gloria Fuertes o Elena Soriano, mujeres de su generación literaria.

Carmen Laforet Díaz (Barcelona, 1921- Majadahonda, 2004). Autora de la novela ‘Nada’.

El nombre de Carmen Laforet (Barcelona, 1921-2004) quedará siempre unido en la memoria colectiva a su más lograda creación, Nada (1944), la novela trasunto de su propia vida, que sigue el itinerario iniciático de la joven Andrea, que a fines de 1939 llega a Barcelona, cargada de ilusiones y dispuesta a emprender sus estudios universitarios. Pero su ansia y su inexperiencia juvenil chocarán con el mundo gris, cargado de violencia, que representan su abuela y sus tíos, que la acogen en su casa. Laforet supo transmitir en esta obra, escrita con un estilo literario que supuso una corriente de aire fresco en la prosa de la época, la lenta agonía de la pequeña burguesía de posguerra. Los personajes adultos de la novela caminan desorientados por un territorio cargado de temores y heridas mal cicatrizadas. Frente a ellos, Andrea y su amiga Ena representan una nueva generación que ve cómo sus ansias de crear un mundo diferente son sistemáticamente abortadas.

Correspondencia
El volumen está prologado por Cristina y Silvia Cerezales, hijas de Laforet, y se añade una reflexión de la especialista en Fortún, Nuria Capdevila-Argüelles. Una edición oportuna que une dos nombres algo olvidados de la literatura española de los peores años del siglo XX, Guerra Civil y postguerra. La calidad literaria de ambas mujeres es hoy indudable, sobre todo porque ofrece la visión de la realidad de esos años que aporta su mirada femenina, nada complaciente con la de las heroínas de novela rosa; en el caso de Laforet: la sórdida realidad de la Barcelona de postguerra; con Fortún: los desastres de la guerra mirados sin pasión partidista. El título, De corazón y alma, expresa con acertada precisión el contenido del libro: 46 cartas, no sabemos si hubo más, en busca del sentido de la vida, cartas literarias, espirituales, cartas de amor, entre las escritoras Carmen Laforet y Elena Fortún (una al principio, otra al final de su carrera literaria), que abarcan cinco años, de 1947 a 1952, con una España rígida y triste de posguerra como telón de fondo «donde se ha parado el tiempo y lo que no es legal es pecado», escribirá Elena Fortún.

La correspondencia la inicia Elena Fortún en Buenos Aires («Vente, estos países nuevos necesitan de la juventud de Europa. Europa ya no necesita nada… ¡Es tan vieja, y está tan chocha!») le escribiría, y Carmen Laforet le anunciaba en una última («Voy a entrar en un convento, una semana, a hacer ejercicios espirituales»), cuando ya no esperaba contestación de su querida Elena, que estaba muriéndose en el hospital Centellas de Barcelona. Las de Elena Fortún son cartas largas, pulcramente escritas, siempre fechadas; las de Carmen Laforet, con letra volandera de difícil comprensión, muchas de ellas sin fecha ni lugar. Lo más curioso, toda la correspondencia refleja bien la personalidad y las inquietudes, tanto vitales como literarias, de sus autoras.

Pedro Martínez Domene ha publicado numerosas monografías y artículos en diversos medios nacionales e internacionales: Ínsula, Letras de Deusto, La Palabra y el Hombre (México), Turia, Cuadernos Hispanoamericanos, Batarro, Quimera… Entre sus libros destacan La novela española de la transición, 1976-1986; Narradores españoles de hoy, Imposturas (Ensayos de Literatura Universal) y Descontar y contar (Antología), Medardo Fraile. En el 2004 obtuvo el Premio de Novela Juvenil Mancomunidad de Los Pedroches con Después de Praga nada fue igual, Conexión Helsinki  y Las ratas del Titanic.

El próximo miércoles, 15 de marzo, a las 19,30 horas, presentará su última novela El secreto de las beguinas, en la librería El Molar, c/ La Ruda, 19, Madrid.