Image Image Image Image Image Image Image Image Image Image

¡Zas! Madrid | March 29, 2024

Scroll to top

Top

2 Comments

El Gran Juego: la construcción de una vida por fuera y en contra de la sociedad capitalista - ¡Zas! Madrid

El Gran Juego: la construcción de una vida por fuera y en contra de la sociedad capitalista
Emilia Lanzas

Entrevista a Julio Monteverde editor y traductor de El Gran Juego. Revelación-Revolución. Textos y declaraciones de la revista Le Grand Jeu (1928-1932)

«Los miembros de El Gran Juego mostraron un camino para la creación de una vida más intensa»

El poeta Julio Monteverde editor, traductor y prologuista de 'EL Gran Juego'.

El poeta Julio Monteverde editor, traductor y prologuista de ‘EL Gran Juego’.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

«Cuando me interesé por El Gran Juego lo que me importaba era el modo en que consiguieron que la vida se levantase por encima de ese fango en el que el capitalismo la ha sumido y encontrasen una significación propia»

«Actualmente, existen colectivos que, aparte de los surrealistas, han reivindicado su memoria como antecedentes válidos. Este es el caso del colectivo Tiqqun y, posteriormente, del Comité Invisible»

La editorial Pepitas de Calabaza acaba de publicar El Gran Juego. Textos y declaraciones de la revista Le Grand Jeu (1928-1932). Un grupo de artistas cuya vida fue mucho más allá de la mera creación. En su viaje iniciático, desde Los Hermanos Simplistas hasta El Gran Juego, desearon acceder a un estado completo de percepción, proclamaron la necesidad de la revuelta, la búsqueda del absoluto aboliendo las fronteras entre la visión y la realidad. Roger Gilbert-Lecomte, Roger Vailland, René Daumal, André Rolland de Renéville, Joseph Sima, Pierre Minet, André Delons, Pierre Audard, Monny de Boully, Hendrik Cramer, Arthur Harfaux, Maurice Henry y Robert Meyrat se unieron al escenario de un París poético y revolucionario, imperado por el surrealismo. En 1928 crearon Le Grand Jeu que no era una revista literaria, ni artística, ni filosófica, ni política, sino que buscaba lo esencial.

Julio Monteverde −que ha realizado la edición, traducción y las notas de este libro− apunta en el Prólogo que «la historia de El Gran Juego, así como sus textos y el conjunto de su pensamiento, permanecen hasta la fecha en un injusto segundo plano dentro de la historiografía de los movimientos poéticos del período de entreguerras». Ahora tenemos una ocasión excelente para conocerlos.

El Gran Juego

¿Por qué has considerado importante publicar este libro y en este momento?

En primer lugar, desde un punto de vista exclusivamente personal, hacía mucho tiempo que quería hacerlo. Cuando empecé a interesarme por el surrealismo y llegué a El Gran Juego, me pareció que era una historia fascinante, lo que me impulsó a buscar todo lo que hubiera disponible de ellos en castellano. Pero aparte de las novelas de Daumal, posteriores a su paso por El Gran Juego, y algunos poemas traducidos en varias antologías del surrealismo como la de Pellegrini, no había prácticamente nada. Y lo que se me hacía más difícil de entender era que a mí me parecía que sus textos, sus poemas, y sobre todo, sus experiencias, eran absolutamente fascinantes. Y lo eran porque mostraban un camino para la creación de una vida más intensa. Hay que entender que estos adolescentes se lanzaron por sí solos a crear las condiciones para que su vida tuviera un contenido profundo. Y lo consiguieron. Cuando yo me interesé por ellos era precisamente eso lo que me importaba, el modo en que consiguieron que la vida se levantase por encima de ese fango en el que el capitalismo la ha sumido y encontrase una significación propia. Creo que ese es, a día de hoy, su principal valor, el camino que abren hacia la construcción de una vida por fuera y en contra de la que nos vemos obligados a soportar en las sociedades capitalistas.

¿Qué crees que añadieron los integrantes de El Gran Juego a la revuelta propugnada por los surrealistas?

En mi opinión, lo que ellos añadieron no fue tanto una serie de temas o direcciones específicos, que en general eran compartidos con los surrealistas, como una intensidad muy propia y característica, un énfasis. Es cierto que también exploraron procedimientos que los surrealistas no exploraron, como la paramnesia o la visión extraretiniana, y que una de sus señas de identidad fue su interés por las filosofías orientales y el ocultismo cuando por aquella época los surrealistas se decantaban mayoritariamente por el materialismo dialéctico; pero el mismo Daumal admitió que el grupo no duró lo suficiente como para haber podido crear una «corpus» más extenso. Es posible que si su experiencia se hubiese prolongado en el tiempo, hubieran podido diferenciarse temáticamente mucho más de los surrealistas, pero no deja de ser curioso que en los años cincuenta algunos surrealistas como José Pierre admitieran que la evolución del surrealismo después de la segunda Guerra Mundial se dirigió precisamente al ámbito que había explorado el Gran Juego durante los años treinta.

¿Los integrantes de El Gran Juego, además de su viaje iniciático y grupal, realizaron acciones sociales o protestas concretas?

En un primer momento los miembros de El Gran Juego, al igual que los primeros surrealistas, no se mostraron muy dispuestos a mezclarse directamente en política, ya que consideraban que su revuelta sobrepasaba ese ámbito «materialista» de la experiencia. Sin embargo, el paso del tiempo, los acontecimientos y el contacto con otros grupos hizo que poco a poco cambiaran de posición. Fue una auténtica evolución perfectamente rastreable en sus textos, que además finalmente terminaría siendo la causa «oficial» de la disolución del grupo, ya que produjo muchas tensiones entre los que querían realizar una toma de posición política más directa e inequívoca y los que se negaban a ello. En cualquier caso, si se observan las declaraciones tanto de Daumal como de Gilbert-Lecomte a este respecto, se puede ver claramente cómo se consideraban a sí mismos como revolucionarios también en el terreno político.

¿Existen grupos o personas que, actualmente, siguen sus pautas y enseñanzas en España o en cualquier otro lugar del mundo, a modo de los movimientos surrealistas existentes.

Para bien o para mal, no. Lo corto de su historia, y el silencio que cayó sobre ellos después de la Segunda Guerra Mundial, provocaron que durante mucho tiempo fueran considerados como poco más que una nota al pie de página en la historia del surrealismo. Esto ha cambiado con el tiempo, y las ediciones y los estudios, tanto del grupo como de sus individualidades, se siguen produciendo, lo que ha permitido hacer justicia y que su influencia siga haciéndose notar. Prueba de ello es que existen colectivos que, aparte de los surrealistas, han reivindicado su memoria como antecedentes válidos. Este es el caso del colectivo Tiqqun y posteriormente del Comité Invisible. Pero con El Gran Juego no ha ocurrido como con los grupos surrealistas o los colegios de ‘patafísica. Y es que hay otro factor que en mi opinión ha hecho imposible que se refundase El Gran Juego, o incluso que lo impedirá en el futuro. Si se observa la apuesta que realizaron, rápidamente se puede entender que es de una exigencia extrema. Es decir: las condiciones que dispusieron para su propia vida les llevaron a ponerla en riesgo real casi de forma cotidiana, y varios de ellos murieron muy jóvenes a consecuencia precisamente de estas condiciones (es el caso de Daumal y Gilbert-Lecomte). Este carácter terrible, y tan fuertemente ligado a los recorridos vitales de sus miembros, hace que la idea de refundarlo hoy se nos antoje muy difícil, si no imposible.

 miemtros de El Gran Juego

Puesta a punto o rompedogmas

Roger Gilbert-Lecomte y René Daumal

Para quitarnos la preocupación de tener que aclarar con palabras semejantes malentendidos en el futuro, de una vez por todas queremos precisar. 

que no esperamos nada; 

que no tenemos ninguna «aspiración», sino más bien expiraciones; 

que como especialistas de la desesperación practicamos el engaño sistemático, del que conocemos numerosos y siempre sorprendentes procedimientos; 

que nuestra meta no se llama el Ideal, sino que no tiene nombre;

que no conviene confundir nuestro frenesí con entusiasmo (No Señora, la juventud no es bella); 

que si es cierto que somos dogmáticos, como se ha observado agudamente, nuestro único dogma es: 

EL ROMPEDOGMAS 

Tomen nota: DEFINICIÓN: «El Gran Juego es entera y sistemáticamente destructor».

(Extracto del artículo Puesta a punto o rompedogmas, de Roger Gilbert-Lecomte y René Daumal. Pág. 98 y 99)

Print Friendly, PDF & Email

Comments

  1. Juan Freddy Armando

    Distinguida escritora Emilia Lanzas:
    He leído con mucho interés su entrevista al poeta Julio Monteverde. Quiero tener contactos con su revista Zas!, suscribirme y leer otros escritos. Me gustaría también conocer la revista El Gran Juego, que ha editado el poeta Monteverde.
    Gracias.

Submit a Comment

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies